Recordar aquellas palabras del viejo Sam, cuando decía que lo único que tenía en contra de la muerte era no poder disfrutarla. Entonces, atarnos una etiqueta con nuestro nombre y descansar durante un rato de la soledad y de la estupidez que nos rodea.
¿Por qué al mirar la regadera rota pienso que la soledad es una pequeña vasija de la dinastía Ming, en su vitrina, una vez que los turistas se van y las luces del museo se apagan?