¿No habéis deseado, alguna vez, despertar convertidos en despreocupados insectos ajenos a la estupidez que os rodea?, ¿en ignorantes insectos que sólo saben del peso del sol sobre sus espaldas?
Ser conscientes del tiempo que perdimos desplazándonos de un cuerpo a otro cuerpo. Reconocer que no dejaron huella, sólo asco. Arrepentirse del dolor y hasta de la risa, si la hubo. Volver limpios y ligeros a nuestras propias y luminosas sombras.