HOJAS SECAS MOJADAS

¡Dejad de desconfiar, echad al contenedor los disfraces! ¡Dejad que vuestros brazos se llenen de cerezas!

¿No habéis deseado, alguna vez, despertar convertidos en despreocupados insectos ajenos a la estupidez que os rodea?, ¿en ignorantes inse...

Ser conscientes del tiempo que perdimos desplazándonos de un cuerpo a otro cuerpo. Reconocer que no dejaron huella, sólo asco. Arrepentir...

¿Y qué hacer esas mañanas en las que toda nuestra fortuna es una abeja atrapada bajo el pecho que intenta deshacerse de nosotros?

¿Para qué desperdigar semillas más allá del asfalto? ¿Para qué esta certeza de que todo se pierde? ¿Para qué las manos intentando detener...

Detenernos ante las cosas con la urgente curiosidad de un niño. Desaprender la prisa, como si tuviéramos toda la vida por delante.

Pasamos la mayor parte del tiempo rodeados de extraños. ¿Y cuántos extraños caben en un autobús? ¿Y cuánta desesperanza cabe en cada extr...

Pesan las cosas, no su sombra. Pero, ¿quién se atreve a ser sólo sombra?

Mirar trilobites detenidos para siempre sobre la piedra donde quizá tomaban el sol, y ser capaces de decir, sin que nos tiemble la voz, q...

Mezclar un kilo de arroz integral con un kilo de arroz blanco y volverlos a separar. Ocupar las manos, vaciar la cabeza.

Deberíamos aprender a descosernos del mundo, sin demasiada nostalgia, procurando dejar tan solo un leve rastro para no olvidar que hemos ...

La felicidad se parece mucho a no tener planes ni retos por cumplir. A dejarse mecer como quien hace el muerto en la orilla, procurando n...

No pretendo detener el tiempo, sólo deseo que el tiempo parezca detenido.

Saber que todo lo que brilla es espejismo. Y aun así, no poder dejar de mirar.

Desear ser el mismo árbol. Hacer bosque.

Si después de la tempestad llega la calma, después de la nevada llegan las auténticas hojas secas mojadas. Sólo hay que saber esperar.

Amontonar los días. Como si vivir no dependiera de nosotros.

La austeridad me reconforta. Reencontrarme con ese 99% de mí que tanto me gusta.

Todo amor debería aprender a caminar descalzo sobre el fuego. O, en su defecto, sobre moquetas ajenas. Una vez, cada vez, todas las vec...

Noviembre es el mes en el que algunos árboles, y todas las persianas, se incendian por gusto de luz y no de fuego.

Desde que aprendí a odiar, los pájaros no me atraviesan.

En cada despedida intentar convencer al otro de que alejarse no es nada, tocándole las manos hasta convertirlas en arena o en comida para...

Nada como una habitación de hotel libre de humo, de recuerdos, de sentimentalismo. Una habitación de hotel donde nada es nuestro, sólo el...

Mirar un estanque y pensar en el estómago de un pájaro, una diminuta burbuja de insectos aún vivos ahogándose en su diminuto miedo.

Alguien dijo que la felicidad sólo se encuentra en uno mismo. No se me ocurre nada más triste que saber dónde acaba uno mismo.

Esa repentina consciencia de estar lejos. Pero, ¿de qué?, ¿de dónde?

-¿Hay algo más triste que ofrecerle una manzana a tu propia sombra? -Sí, ver cómo la acepta.

El beso, es inevitable o no es.

Pero así, sin ninguna prisa, mientras te pintas las uñas de los pies con laca transparente, y una racha de aire mueve la cortina del baño...

Pero así, sin etiquetar, ¿no parecen gigantes buenos esperando la lluvia? Así, sin etiquetar, ¿no pareceríamos todos mejores?

El viaje en sí mismo, sólo como tiempo. Ese tiempo solo mío.

No olvidar algunas palabras. Tampoco construir falsos recuerdos sobre ellas.

Hay días en los que la luz nos toca, nos empapa de algo muy parecido a la felicidad, sólo porque al abrir la ventana del cuarto de baño e...

Aprender a vivir cada día sin punto de apoyo. Presente, pasado o futuro.

Ordenar la mañana lejos de casa, mezclar lo ajeno con lo de uno. Tratar de ordenar la luz sobre las cosas.

Al llegar al paso de cebra desear volver sobre los propios pasos y emprender otro camino, hacia atrás, hacia dentro, hacia la nada.

Conducir durante horas, alquilar una habitación de hotel, bajar la persiana, apagar las luces y quedarse muy quieto. Imaginar que no exis...

No llegar a entender del todo por qué el frío me hace pensar en la muerte, aunque parezca lo lógico.

Saber que cuanto más nos quieran mayor será el dolor cuando nos olviden. Suponiendo que sólo nos olviden y no lleguen a odiarnos.

Sostener una taza vacía, aún caliente, entre las manos. Sentir por un momento que si se rompiera esa taza, sería el fin del mundo. Saber ...

Vivir como si vivir tuviera sentido.

Pensar, al meterte en la cama, en cuántas personas se alegrarían de tu muerte. Contarlas con los dedos, dormirte pensando en ellas.

Recordar una tarde intensamente feliz. Por ejemplo, una conversación con un amigo. Recordar el haber querido tener un jersey del mismo co...

¿Reconoceríamos sólo por el aspecto a aquellas personas que, si estuviera prohibido llevar un objeto determinado en el bolsillo o pronunc...

¿Cómo librarnos del vértigo de sentirnos ni demasiado acompañados ni suficientemente solos?

Tener la certeza de que uno es otro después de contar su vida.

El deseo sincero de volver a ver a un amigo, viajar durante horas y al llegar el momento del encuentro, buscar una excusa, no ir.

Nostalgia de no haber vivido en una ciudad y pensar que ya es demasiado tarde para hacerlo.