Este año se cumplieron algunos de mis deseos. Incluso algunos que no recuerdo haber deseado. Fotos bajo una lluvia falsa, poemas con pájaros bajo la sombra de un semáforo, palabras al oído en un bar gótico, música para uno de mis poemas, una piedra de la tumba de Beckett, un poema-sms con la ciudad a nuestros pies y su voz de bosque acabando con todas mis defensas. Jamás pensé que llegaría tan feliz al 2010. Mucho menos conservando mis 67 centímetros de cintura. Ni en mis mejores sueños.