wonder wheel

¿Cómo librarnos del vértigo de sentirnos ni demasiado acompañados ni suficientemente solos?

el corazón del mono

Tener la certeza de que uno es otro después de contar su vida.

intentar no volver a arruinar algo hermoso

El deseo sincero de volver a ver a un amigo, viajar durante horas y al llegar el momento del encuentro, buscar una excusa, no ir.

un dolor razonable

Nostalgia de no haber vivido en una ciudad y pensar que ya es demasiado tarde para hacerlo.

y heráclito no dijo nada

Volver cada mañana al mismo lugar, a la misma hora, para intentar experimentar la sensación de eternidad que se sintió la primera vez.

esa leve propensión al drama

Estar lejos de casa y probar una baya de una planta desconocida. Llegar al hotel con un dolor enorme en las tripas, notar cómo se te endurecen la lengua y los labios. Tumbarse y mirar el techo, mirar esa lámpara que cuelga del techo. Pensar que quizá sea lo último que veas.

gracias

Gracias por acompañarme durante estos 1.249 días.

diálogos imposibles [6]

-¿Estás ahí?
-No.
-¿Puedo preguntarte una cosa?
-No.
-Sólo una.
-Déjanos en paz.
-Entonces, ¿no estás solo?
-Déjame en paz.
-Me alegro por ti.
-Vale, muy bien.
-Te echo de menos.
-Ya.
-Siempre pensé que hablar con un muerto sería así.
-¿Así cómo?
-Como hablar con un insecto.
-Déjanos en paz.
-Un insecto con las alas de papel.
-Sí, de papel de periódico del día anterior.
-¿Puedo preguntarte una cosa?
-Déjame en paz.

dice ray loriga

Los muertos no deberían escribir cartas, sobre todo teniendo en cuenta que no hay manera humana de responderlas.

dice christa wolf

Por lo demás hablamos con los ojos. Que nos queríamos. Que teníamos que despedirnos.

dice pedro salinas

Tú eres mis hojas, tú eres lo verde que en mí existía.

dice balthus

Nunca he cesado de ver las cosas como las veía cuando tenía doce años; es decir, nunca he cesado de observar maravillado lo que me rodea.

dice antonio lobo antunes

Deseo con desesperación un esperanto que aboliese las distancias exteriores e interiores que separan a las personas.

dice françois rabelais

Para todos tus males te doy la risa.

dice ernesto sábato

Qué admirable es a pesar de todo el ser humano, esa cosa tan pequeña y transitoria, tan reiteradamente aplastada por terremotos y guerras, tan cruelmente puesta a prueba por los incendios y pestes y muertes de hijos y padres.

dice walter mosley

Un hombre que llora no interesa a nadie.

dice roberto bolaño

Pero el amor y tu sangre te hicieron dar un paso, incierto pero necesario, en medio de la noche, y el amor que guió ese paso te salva.

dice antonio gamoneda

Reconoced mi lentitud y el animal que sangra lentamente dentro de mi alma.

dice ramón irigoyen

Ya no hablaré de mí. Hablaré de la tierra, de ecos de tinieblas: nieblas-nieblas, pero jamás del cielo. Hablaré de las piedras. Diré el dolor de la charca con agua que se siente seca.

dice jesús aguado

Confío en ti porque no aplastas las hormigas.

dice graciela cros

Un día aparece y uno siente que todo terminó. Se pudo fingir hasta ese momento, pero ya no podrá hacerlo ni por un segundo más. No es una mancha que se expande. Un gas que asfixia. Es una sensación de luz cortada. De parabrisas estrellado por una piedra en el camino. No quedan huellas. Uno no sabe quién es ni dónde está.

dice fernando aramburu

Asedia a medianoche la desdicha reciente de soñar que has muerto. Yo te amaba y de pronto llovía contra un muro, y era el muro que sueles demoler cuando respiras.

dice bárbara zagora cumpián

Se vieron llegar lentamente, ella por la puerta amarilla, él en la inquietud de sus cejas. Acordaron volar aquella tarde.

la voz [5]

-¿Por qué te gustan estas calles?
-No lo sé. Porque nunca pasa nadie. Porque todavía quedan algunas casas originales. Casi todas tienen las puertas tapiadas. Porque el edificio de la antigua Casa de Socorro sigue en pie. Porque quedan dos bares y siguen igual.
-Sí, con la misma mugre y los mismos parroquianos, pero más viejos.
-Sí. Hombres que se hablan a gritos de un bar a otro, desde una acera a otra. Las mismas bromas, los mismos vasos ya sin brillo, los mismos ceniceros de metal, las mimas fotos en las paredes.
-Ya.
-¿Quieres que te cuente la única vez que entré en uno de esos bares?
-Déjalo.
-Pero, ¿no querías saber por qué me gustan?
-Era sólo una pregunta de cortesía.

la voz [4]

-¿Otra vez?
-Sí.
-¿Por qué?
-Me gusta pensar en esa habitación.
-Pero si no existe.
-Ya.
-¿Y qué hay?
-Una ventana, una mesa, una silla.
-¿Hay fotos en las paredes?
-Una cama. No, un catre.
-¿Hay fotos en las paredes?
-No. Sí, hay una postal. Una postal en blanco y negro con una chincheta. La chincheta es amarilla.
-¿Un paisaje?
-No lo sé. Una noria. A veces es una cara.
-Una foto.
-No, una postal.

la voz [3]

-Así que vas a liberarlo.
-Sólo voy a dejarlo ahí para que algún niño lo encuentre.
-Pero, cuando tropezaste con él en la acera, pensaste que era una señal.
-Sí.
-¿Ya no necesitas señales?
-Más que nunca.

la voz [2]

-¿Lo ves?
-Lo veo.
-Ya te lo dije.
-Ya lo sabía.
-Pero yo te lo dije.
-Vale, lo sabía dos veces.
-¿Y?
-Nada.
-Algo habrás aprendido.
-No creas.
-¿Qué vas a hacer?
-Nada.
-A ver si es verdad.

la voz [1]

-¿Fue entonces cuando te compraste el sombrero?
-No, el sombrero ya lo tenía.
-¿Fue entonces cuando empezaste a usarlo?
-No, nunca me lo he puesto.
-Pero está ahí, siempre está ahí, como si acabaras de quitártelo.
-Me gusta verlo ahí, me hace creer que tengo otra vida.
-¿De verdad quieres otra vida?
-Quiero todas las vidas.

diálogos ajenos [7]

-Quiero continuar.
-La noche es oscura.
-Quiero continuar.
-El camino es peligroso.
-Quiero continuar.

diálogos ajenos [6]

-¿Y qué necesidad hay de que existamos?
-¡Vaya una pregunta! Sencillamente para vivir.

diálogos ajenos [5]

-Ya no nos vemos nunca.
-No físicamente.

diálogos ajenos [4]

-¿Crees que podrías amarme?
-Sí, creo que podría.
-¿Podrías o querrías?
-¿Qué diferencia hay?
-No hay ninguna diferencia. Aceptaré cualquiera de las dos cosas. Aceptaré ambas. Aceptaré lo que me des.

diálogos ajenos [3]

-Déjame.
-Te dejaré, sí. Porque creo haberte comprendido. Ni para ti ni para mí, que me parezco tanto a ti, hay ya salida. Voy a marcharme muy lejos a buscar las razones de todo esto. Cuando todo haya terminado, no olvides que te he querido.


diálogos ajenos [2]

-¿Qué dirías tú hablando del pelo de tu cabeza?, ¿los o el?
-El.
-¡Oh, me vas a hablar hoy, éste va a ser un día feliz!

diálogos ajenos [1]

-Te amo y no sé por qué.
-Siempre ocurre así.

diálogos imposibles [5]

-Pensé que no llegabas.
-¿Llevas mucho?
-Todo un año.
-Siento haberte hecho esperar.
-No te preocupes, eres el mes más puntual que conozco.

dice homero

La noche se aproxima, es conveniente obedecer a la noche.

dice paul auster

Sólo la oscuridad tiene la fuerza necesaria para hacer que un hombre le abra su corazón al mundo.

dice henry miller

Tiene que ser posible escribir sin romper nada ni huir de nadie.

dice enrique cabezón

Entendí que la palabra era un cepo oxidado.

dice christian bobin

Mientras escribe no busca el consuelo sino la verdad, que es lo contrario del consuelo.

dice max frisch

Como cuando se intenta escribir con tiza sobre un cristal y el cristal retiene sólo un rastro y lo conserva ilegible.

dice miquel barceló

Los muertos vienen de noche a mendigar lo que no les dimos vivos, y ahora no podemos darles más que insomnio.

dice rainer maria rilke

¿Quién nos volvió al revés, para que siempre, por más que hagamos, tengamos el gesto del que se marcha?

dice roberto iniesta

Ojalá que me despierte y no busque razones. Ojalá que empezara de cero.

dice allen ginsberg

Respira cuando respires.

dice sam shepard

Los caballos son como los seres humanos. Tienen que conocer sus límites. Una vez los descubren, son felices sencillamente pastando en el campo.

dice douglas coupland

Sentía nostalgia de lo que pasaba mientras estaba pasando.

dice walter benjamin

Jamás podremos rescatar del todo lo que olvidamos. Quizá esté bien así. El choque que produciría recuperarlo sería tan destructor que al instante deberíamos dejar de comprender nuestra nostalgia.

dice antonio crespo masieu

Como si todo reposara en el no acabamiento, en la inalcanzable promesa, y ya nada hiriera en la cercanía de las cosas, y permanecieran intactas, incólumes, palabras, gestos, miradas, póstumas despedidas y fuera yo el que viviera de nuevo por primera vez y de luz a signo escribiera: estos días azules y este sol de la infancia.