darío


A Andrés lo conocí en un hotel y desde el primer cruce de miradas lo supimos todo. A Elisa no sé si llegaré a conocerla nunca. Andrés la había visto en un catálogo de ropa interior, diseñada y fotografiada por mí, muchos años antes. Ella había oído su voz en mi contestador automático la tarde que la dejé, sin querer, encerrada en Salitre. Hubo un verano que siempre será nuestra casa, como dijo Rilke. Andrés fue mi único amigo aquel verano. Elisa siempre fue mi prima pequeña. Darío decidió nacer el mismo día que yo cumplía 43 años. Cuando aprenda a hablar, con él, se lo contaré todo.