Una araña posada sobre el cristal de la ventana. Podría estar toda la tarde mirándola, me dice. Una salamanquesa sobre las baldosas calientes. Podría estar toda la tarde mirándola, le digo. Estoy convencida de que tenemos la misma idea de lo que debería ser la vida. También sé que mi salamanquesa, tarde o temprano, se comería a su araña. Pero eso no se lo digo.