No me acordaba de ellos, dignos de la novia del pato Donald, con suela de tocino para no despertar a nadie cuando vuelvo a las tantas. Los encontré en ese armario que no abro desde hace nueve meses. El armario parió unos zapatos. Los sostengo con cariño, busco parecidos. Nada agresivos, nostálgicos, silenciosos.