compañero [5]
Dejamos de ser dulces sin proponérnoslo. Primero el miedo. Después, si no estás atento, la crueldad lo invade todo.
otoño en mayo

Llegaron los charcos y me alegré en silencio, no corrí hacia ellos. No salí de la cama en mitad de la noche a dejar que la tormenta me vistiera de luz. No me pudo la urgencia de otro tiempo al leer sus palabras, cuando vi sus ojos. Definitivamente el tiempo no se ha detenido y me ha vaciado las venas.
800 kilómetros

antípodas
Apoyó la frente en el cristal y por primera vez dijo su nombre. Su nombre, un rastro templado que se desvaneció en pocos segundos, y una marca de grasa con la forma de Australia.
diálogos posibles [2]
-¿Me perdonas?
-¿A qué viene eso ahora?
-No, en serio. ¿Me has perdonado?
-Déjalo, anda.
-No soporto pensar en el daño que te hice.
-Déjalo.
-Yo no te perdonaría. ¿Me perdonas?
-¿A qué viene eso ahora?
-No, en serio. ¿Me has perdonado?
-Déjalo, anda.
-No soporto pensar en el daño que te hice.
-Déjalo.
-Yo no te perdonaría. ¿Me perdonas?
diálogos posibles [1]
-Me dijiste No hagas eso. ¿Te acuerdas?
-No, ¿cuándo?
-En un bar.
-¿Cuándo?
-Después de decirte que no te crujieras los dedos.
-No me acuerdo.
-Pensé que era importante.
-¿El qué?
-Decir No hagas eso.
-No me acuerdo.
-Pensé que era un punto de inflexión.
-¿El qué?
-El hecho de decirlo. El hecho de pedirme algo por primera vez.
-¿Cuándo?
-En un bar.
-No me acuerdo.
-No, ¿cuándo?
-En un bar.
-¿Cuándo?
-Después de decirte que no te crujieras los dedos.
-No me acuerdo.
-Pensé que era importante.
-¿El qué?
-Decir No hagas eso.
-No me acuerdo.
-Pensé que era un punto de inflexión.
-¿El qué?
-El hecho de decirlo. El hecho de pedirme algo por primera vez.
-¿Cuándo?
-En un bar.
-No me acuerdo.
el mar muerto me habla con voz de bosque

diálogos imposibles [3]
-¿No crees que exageras un poco cuando dices que Nietzsche sostuvo con admiración, entre sus dedos, uno de tus dorados tirabuzones?
-Es rigurosamente cierto.
-Piensa que la memoria nos traiciona y sólo eras un niño.
-Lo recuerdo perfectamente.
-Creo que exageras.
-Tengo testigos.
-Di que eran de un rubio luminoso pero, Giovanni, ¿dorados?
-Es rigurosamente cierto.
-Piensa que la memoria nos traiciona y sólo eras un niño.
-Lo recuerdo perfectamente.
-Creo que exageras.
-Tengo testigos.
-Di que eran de un rubio luminoso pero, Giovanni, ¿dorados?
diálogos imposibles [2]
-¿Cómo sabes que todo irá bien?
-Mira a tu alrededor.
-Un verdadero desastre.
-Tienes la posibilidad de mirar.
-No es mucho.
-¿No lo es?
-¿Sigues pensando que aunque falle el amor debe prevalecer la cortesía?
-Siempre que sea posible.
-Oye Kurt, ¿con qué riegas las hortensias?
-Mira a tu alrededor.
-Un verdadero desastre.
-Tienes la posibilidad de mirar.
-No es mucho.
-¿No lo es?
-¿Sigues pensando que aunque falle el amor debe prevalecer la cortesía?
-Siempre que sea posible.
-Oye Kurt, ¿con qué riegas las hortensias?
diálogos imposibles [1]
-¿Y si nos vamos?
-¿Dónde?
-No sé. Qué más da.
-Entonces, ¿para qué?
-¿No crees que ya hemos esperado bastante?
-Bastante es una palabra estúpida.
-Oye Sam, ¿te casas conmigo?
-¿Dónde?
-No sé. Qué más da.
-Entonces, ¿para qué?
-¿No crees que ya hemos esperado bastante?
-Bastante es una palabra estúpida.
-Oye Sam, ¿te casas conmigo?
darío

A Andrés lo conocí en un hotel y desde el primer cruce de miradas lo supimos todo. A Elisa no sé si llegaré a conocerla nunca. Andrés la había visto en un catálogo de ropa interior, diseñada y fotografiada por mí, muchos años antes. Ella había oído su voz en mi contestador automático la tarde que la dejé, sin querer, encerrada en Salitre. Hubo un verano que siempre será nuestra casa, como dijo Rilke. Andrés fue mi único amigo aquel verano. Elisa siempre fue mi prima pequeña. Darío decidió nacer el mismo día que yo cumplía 43 años. Cuando aprenda a hablar, con él, se lo contaré todo.
peces por pájaros
No es que tenga prisa, pero al fin he conseguido dejar diáfano el embalaje que une el pack de seis cervezas en sólo tres tijeretazos. Le muestro sonriente mi obra maestra, como esas tiras de monigotes que van de la mano. Ella lo mira sin ganas y leo en sus ojos que tengo la cabeza llena de pájaros. Tú siempre pensando en los peces, dice.
ventana de plasma

Hay un descampado sin dueño donde un gato toma el sol cada mañana. Hay un cuartel abandonado donde imagino muebles con cajones, cajones con libretas y libretas con apellidos de hombres muertos. Hay una antena que cada noche brilla más que cualquier estrella. Esta no es mi casa, pero tengo una ventana. Tengo una ventana sin tdt donde a veces la lluvia codifica el paisaje.
nuevo mundo
Ni una mota de polvo, ni un cojín que sobresalga de su asiento. Todo dentro de ese orden que mata la vida. Aún así nos faltan piezas, como decía aquella canción. Algunas palabras también se perdieron. Los muebles de la cocina se han ido llenando de objetos sin nombre. El objeto vaso es ahora más transparente que nunca. Transparente como los ojos de esos desconocidos que nos miran desde el álbum de fotos. Toda la mañana se oyeron pasar páginas. "Ese era mi padre", dice al fin la voz como si hubiera divisado tierra firme.
cuarto creciente

Ni vida ni colchones. Alcayatas desnudas y cajones forrados de papel. Por más que los libros crezcan y las piedras se reproduzcan en la estantería, por más que las noches se dejen morder y los sueños ensanchen las paredes de este cuarto, nada será mío. Ni antes ni después.
de otra vida

Un hipopótamo rojo cuidará mi casa. No harán falta rejas ni alarmas. Su sola presencia ahuyentará el frío y las hormigas. Piedras y cactus crecerán sin mí. Mi vida rodeada de superhéroes ya queda lejos. Pero sé que existe y que me espera.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)