Pensar que la mano del hombre que ha recogido el lápiz que se te ha caído al suelo, en el ascensor, es la de un asesino. Mirar la mano que te entrega el lápiz, no dejar de mirar la mano, darle las gracias sin atreverte a mirarle a los ojos.
Hoy es el cumpleaños de mi padre y de Jesús Aguado. Desde que me he despertado no hago otra cosa que imaginármelos con Leopold Bloom, los tres en pijama, bebiendo Riesling y diciendo al unísono: ¡Qué grandes estamos esta mañana!
Que nada se interponga entre tú y tus sueños. Si las nubes no te dejan ver, extiende tu mano. Créeme, siempre habrá más eclipses que lunas, siempre habrá más sueños que eclipses.