Quién podía imaginar que debajo del celeste había marfil y debajo blanco. Quién podía imaginar que bajo el poder del decapante se escondía el influjo de la luna, convirtiendo la horrible puerta del armario en la más preciosa de las mareas.
Si me preguntaran, ahora mismo, qué es ser feliz diría que pintarse las uñas de los pies con laca transparente a la orilla del mar. Mañana, ya veremos.
Cambiar armarios y puertas para que no entre humedad y frío. Cambiar pestillos para que no entre el miedo. Pero, ¿cómo evitar que entre el dolor?, ¿cómo saber por dónde se colará esta vez?