El nuevo Sísifo hace la cama a diario y duerme poco, ha escrito en su precioso libro. Yo también floto sobre las sábanas, intentando hacer el muerto cada noche con los brazos en cruz, para no arrugarlas demasiado.
Mi bisabuelo castigaba a mi padre en el balcón. Los gritos de los niños jugando en la calle siguen atravesando el pasado. Cada vez con menos dificultad.
Todos esos escritores que enmarcaste para que acompañaran tus noches de insomnio, llevan abrigo. Y te das cuenta hoy, que has guardado la ropa de invierno.
Había una vez una niña-abeja con orejas de lobo para quien la vida era un patio de recreo a la hora del recreo. Algunas veces me asomé para verla jugar. Así supe que huele a jazmines cuando corre. Hoy todas las biznagas son para ella.
Hace veintidós años me vestí de negro y fui a los juzgados en un autobús amarillo. Antes de entrar, en el último momento, arranqué una flor de un seto. Nunca hubo ramo de novia más pequeño.
Alguien abre la casa de tu infancia, te invita a pasar. Llévate lo que quieras, dice. Y deslizas el dedo por aquellos veranos para comprobar cuánta arena acumularon en los rincones de tu corazón.
Nunca fue más fácil seguir a una estrella. Me dejó como regalo su extraordinaria y desmedida amabilidad. De hoy en adelante el día de Reyes pasa oficialmente del 6 de enero al 6 de mayo. Amén.
Recibo dos libros de Sanmartín que pedí a dos librerías diferentes. Una me dice que le ingrese cuando pueda el dinero en su cuenta. La otra me envía un libro de otro autor con una nota que dice "Obsequio". Y sonrío, y pienso que hay días que también son regalo.
Hoy hace un año que, por accidente, abrí esta ventana de socorro. Y estáis ahí, en esos cuadraditos de colores. Y os imagino con un martillo en la mano, por si en algún momento lo necesitara. Gracias.